Una de las técnicas básicas de ligoteo consiste en no aparentar demasiada desesperación. Y es que no hay nada más repulsivo que el típico penas con pinta de no tener sitio donde caerse muerto mendigando compañía por los garitos sin dignidad alguna. Ya lo decían los propios Kiss en la primera estrofa de “Saint & Sinner”: “Me bajo de este carrusel, puedes hacer lo que te venga en gana, irte al infierno, ponerme contra la pared, pero no me voy a arrodillar ante ti, para nada.”
El legendario hacha tampoco es que haya hecho una genuflexión en toda regla, pero no hace falta ser un lumbreras para pillar las indirectas que va soltando por ahí. Pone a su último álbum el título de ‘Space Invader’, en clara referencia a su mítico personaje espacial en la época del Beso, y así como quien no quiere la cosa, recurre también a Ken Kelly (Manowar, Kiss) para que le haga la portada, el mismo dibujante que antaño inmortalizara la piedra angular ‘Destroyer’ de 1976. ¿Algo más? Sí. Según nos contó a viva voz, tampoco guarda rencor en absoluto hacia Gene y Paul. Así se las ponían a Fernando VII, que decía aquel.
Dejando de lado que el hombre pierda el culo por reunirse con sus ex compañeros, este quinto trabajo en solitario desde que dejara el maquillaje parece un homenaje total al sonido ochentero de discos como por ejemplo ‘Creatures of the Night’ o ‘Crazy Nights’, casualmente esa década en la que ya no estaba junto a Simmons y compañía, aunque siguiera percibiendo beneficios por ‘Lick It Up’ o ‘Animalize’ pese a no intervenir lo más mínimo en la composición.
Ya de entrada, el tema homónimo “Space Invader” posee un estribillo que enseguida recuerda a la época de la laca, con un cierto aire de hecho al “Exciter” de Kiss. Y no resulta tampoco descabellado imaginar el festivo “I Wanna Hold You” con la voz de Paul Stanley, al igual que “Toys” con ese riff setentero que remite a “Parasite” y a los gloriosos tiempos del primer ‘Alive!’. Las ganas de marcha predominan en el conjunto con otras piezas reseñables del estilo de “What Every Girl Wants” o “Immortal Pleasures”, todo un canto a los exquisitos placeres de la vida.
Como única pega, quizás chirría un poco la innecesaria revisión del clásico de Steve Miller ‘The Joker’ radiado hasta la saciedad y que seguramente nadie con dos dedos de frente hubiera exigido una nueva vuelta de tuerca. Sería complicado, e incluso iluso, comparar este redondo con las obras maestras que ha firmado Frehley en el pasado, pero eso no quita para reconocer el mérito de la última hazaña del hombre espacial. Un digno telescopio hacia las estrellas.
Fuente: M.R
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